¿Quiénes son y dónde están los 53 prisioneros políticos cubanos que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prometió que serían liberados por La Habana como parte de un acuerdo para dejar en libertad a tres espías cubanos que estaban cumpliendo largas condenas en Estados Unidos?", se pregunta hoy Mary Anastasia O'Grady en The Wall Street Journal.
La semana pasada planteé esta pregunta al Departamento de Estado, que me remitió a la Casa Blanca. Funcionarios de la Presidencia no quisieron suministrar la lista de los nombres aludiendo a la "preocupación de que el hacerla pública dificultaría que Cuba cumpliera su parte y que implemente medidas adicionales en el futuro", agrega O'Grady.
En suma: El Gobierno estadounidense no puede confirmar que hayan sido dejados en libertad y no es seguro que sean liberados, a pesar de que los tres espías cubanos ya han sido devueltos a la isla.
Un funcionario del Gobierno me dijo que mantener bajo discreción los nombres de los 53 le dará a Cuba la oportunidad de dejarlos libres como una medida soberana en lugar de por pedido de Estados Unidos, y que esto podría permitir liberaciones adicionales.
En otras palabras, los Castro son unos niños sensibles que hacen rabietas despóticas cuando su poder absoluto es cuestionado. Aparentemente, pedirles que cumplan sus promesas es un detonante, escribe la periodista.
Obama estaba destinado a tener problemas con un cambio de la política hacia Cuba. Richard Nixon fue a China, pero ¿Obama va a La Habana? Parece un chiste. Un hombre con algo de humildad podría haberse preparado para el reto. Obama no lo hizo. Ahora, lo que asegura que obtuvo en las "negociaciones" parece evaporarse poco a poco, mientras que lo que cedió parece irresponsable.
El Presidente estadounidense no ha viajado a La Habana, al menos no todavía, pero aprovechó el canje de prisioneros para anunciar que planea restaurar de forma incondicional las relaciones diplomáticas con la dictadura militar, algo que los Castro han exigido desde hace tiempo. Esa fue la primera concesión.
El mandatario dijo que aliviará las restricciones sobre los viajes de estadounidenses a la isla y que legalizará el uso de tarjetas de crédito estadounidenses en Cuba, lo que impulsará los ingresos de la industria del turismo, que está en manos de los militares. Esa es la segunda concesión.
Su promesa de reevaluar la designación de Cuba como un Estado que patrocina el terrorismo sonó como si ya hubiera tomado una decisión al respecto. "En momentos en que nos concentramos en amenazas desde al- Qaeda hasta EIIL, una nación que cumple nuestras condiciones y renuncia al uso del terrorismo no debería enfrentar esa sanción", manifestó Obama.
Esto completaría el trío de concesiones. Cuba sigue apoyando a las comunistas FARC, el grupo terrorista colombiano. La isla fue sorprendida en 2013 tratando de contrabandear armas hacia Corea del Norte a través del Canal de Panamá, y análisis de inteligencia creíbles indican que Cuba ha suministrado a Venezuela la tecnología que necesita para falsificar las identidades de terroristas de Medio Oriente, agrega O'Grady.
Si Obama quiere promocionar en serio la distensión de las relaciones con Cuba, un poco menos de ofuscación le vendría bien. Estados Unidos no ha confirmado la identidad del activo de inteligencia que, según dice, ha pasado casi 20 años en una prisión cubana y que fue canjeado por los espías cubanos. Obama dijo que el cubano, antes de su arresto, había suministrado información clave a Estados Unidos que ayudó a la captura de esos espías, al igual que de otros tres.
Informes de prensa y expertos de inteligencia con los que hablé dicen que el "activo" es Rolando Sarraff. No obstante, en la comunidad de inteligencia hay un acalorado debate sobre si Sarraff, del que no se ha sabido desde su llegada a suelo estadounidense, es todo lo que ha dicho Obama.
Otra posibilidad es que sus antecedentes hayan sido maquillados para encubrir lo que fue, en esencia, un intercambio de espías convictos por Alan Gross, el contratista de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos que fue arrestado en La Habana en 2009 por agentes de la Seguridad de Cuba.
En su discurso, Obama argumentó que la liberación de Gross fue un gesto humanitario por parte de Cuba. Eso es inverosímil. Casi desde el día que Gross fue arrestado, La Habana dejó en claro que no sería puesto en libertad hasta que los espías cubanos fueran devueltos a la isla. Fue un rehén.
No sería de extrañar que los Castro no cumplan su promesa de liberar a los 53 prisioneros. Sin embargo, ningún antecedente en su historial sugiere que querrían mantener en secreto su liberación. Por el contrario, desde los días de la presidencia de Jimmy Carter, Fidel siempre ha dejado en libertad a disidentes como una herramienta de propaganda para apuntalar su imagen de líder benévolo, aunque los mande al exilio o los deje en libertad condicional.
Por ejemplo, la mayoría de los prisioneros arrestados durante la Primavera Negra de Cuba en marzo de 2003 fueron enviados a España cuando la presión internacional obligó al régimen a dejarlos libres. El Gobierno se jactó de ello, mientras que la prensa y la Iglesia Católica lo reportaron como un gesto humanitario.
En las semanas desde el nuevo acercamiento de Obama hacia Cuba, continúa Anastasia O'Grady, informes provenientes de la isla dicen que más de 50 disidentes han sido arrestados, incluyendo el esposo de la bloguera disidente Yoani Sánchez. La mayoría han sido dejados en libertad, pero algunos permanecen en prisión.
No espere mucha indignación en Washington. A Obama no le gustaría perjudicar su relación reconciliada con el Estado policial, concluye Mary Anastasia O'Grady en The Wall Street Journal.