El trabajo infantil es un fenómeno diario y común en Las Tunas, afirma una publicación reciente del diario oficialista Periódico 26 que documenta el hecho a través de testimonios e historias diversas. A pesar de que la publicación indica que “abordar este tema no significa que en Las Tunas hay una crisis al respecto”, los testimonios recopilados dejan entrever una realidad distinta.
Anteriormente, el periódico cubano Sierra Maestra, en una publicación de junio del 2024, había reconocido el trabajo infantil en Cuba, catalogándola como una historia real de la sociedad actual.
De acuerdo con artículo 2 del Código de Trabajo cubano, a los 17 años se adquiere la capacidad para concertar contratos de trabajo; y el artículo 329 del Código Penal regula el empleo ilegal del trabajo de menores de edad, con penas que pueden llegar hasta la privación de la libertad.
El 30 de mayo pasado, el Ministerio del Interior (Minint) enfatizó la norma legal en la red social X, al señalar que: “El trabajo infantil es ilegal en Cuba y está terminantemente prohibido. La familia es responsable de evitarlo”.
Aun así, es claro que con la actual crisis económica que se vive en la isla, muchos menores tienen que trabajar para ayudar a sus familias, tal como lo indica el reporte del diario estatal de Las Tunas.
“El azote desmedido de la situación económica actual, la escasez de productos de primera necesidad y la inflación, que condena a un número considerable de familias tuneras a hacer maromas para garantizar lo básico, trae a la zaga historias como la de Pablo. Algunas veces es como un manotazo en el rostro, otras estrujan o indignan, pero, aunque no se quiera pronunciar mucho en voz alta, existe trabajo infantil en Las Tunas”, señala el diario, después de contar la historia de un menor de 16 años al que llaman Pablo, quien trabaja haciendo carbón desde temprana edad.
A finales de 2024, el gobierno cubano reconoció que casi 200 mil niños y adolescentes en el país son vulnerables o están en riesgo de serlo, y unos 9 mil, con edades de hasta seis años, están en “situación social compleja”.
“Cada vez hay más niños trabajando, cada vez hay más niños en la calle, eso es visible, pidiendo limosna", dijo entonces a Martí Noticias la historiadora y antropóloga habanera Jenny Pantoja.
Reacciones en redes sociales
Tras la publicación oficialista, fueron muchos los residentes de la isla que se pronunciaron en las redes sociales sobre lo que sucede a diario.
“La causa que genera el problema es la pobreza. ¿Qué está haciendo el gobierno para lograr sacar al país de la ruina? Hasta la fecha, todas las medidas aplicadas, comenzando con la tarea ordenamiento y la dolarización parcial, solo trajeron más penurias económicas y muchas dificultades, esa es la verdad. Cuando vemos a niños en edad de estudiar trabajando, uno se percata de que el gobierno no está haciendo bien su trabajo, y el bloqueo es reto que fue impuesto y es obligación de los gobernantes burlarlo y vencerlo”, dijo en Facebook un usuario identificado como Arnoldo Alemán Cordero.
“Pero, bueno, quisiera que alguien explicará donde están las famosas ayudas económicas de las que hablan en este escrito. Aunque no estoy de acuerdo con que los niños trabajen, sé de muchos que se ganan la vida honradamente para ayudar a su familia, y el Estado poco hace”, indicó en Facebook, Elsa María Félix.
Escuelas en el campo
El régimen cubano ha empleado durante décadas a menores de edad en trabajos no remunerados. Quizá la más representativa de las instituciones utilizadas para estas tareas eran las llamadas -escuelas en el campo-.
Este tipo de centros fue creado en 1972 por Fidel Castro. Según el medio independiente Diario de Cuba, en esos primeros momentos se llamó «Escuela al Campo por 45 días», y consistió en la movilización de los estudiantes de las enseñanzas media y media-superior para trabajar en zonas rurales. La Escuela en el Campo fue la continuidad de la Escuela al Campo. Esa segunda modalidad incluyó a las Escuelas Secundarias Básicas (ESBEC), donde los estudios se combinaban con el trabajo durante todo el curso en internados construidos para albergar a los alumnos.
Hay que añadir que las autoridades cubanas no consideraban este tipo de actividad como trabajo infantil, sino más bien como un proceso formativo.
Sin embargo, testimonios de adolescentes que pasaron por esos lugares en el pasado describen un ambiente abusivo y de desprotección, algo que era común en esas escuelas.
El narrador, artista visual y youtuber Nonardo Perea describe de la siguiente manera su experiencia: “Puedo asegurarles que aquellas becas eran solo campos de concentración, donde el menor era expuesto a abusos de estudiantes y profesores. La supuesta noble imagen de estudio y trabajo era, en las manos del régimen, un método de control”.
En la actualidad, muchas de las escuelas en el campo han sido reconvertidas en granjas, almacenes, o son utilizadas para actividades agrícolas, sin la presencia de estudiantes. Incluso, el gobierno ha hablado de transformar estos edificios en viviendas para campesinos, aunque muchos se encuentran en ruinas tras años de abandono.
A pesar de esto, la institución como tal sigue existiendo, como se puede comprobar en la página web del Ministerio de Educación (Mined).
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